LCM: ADRIANA PACCHIOTTI, JUEZA EN EL AGUA

En esta nueva entrega de La Cábala Mujer, conoceremos la historia de Adriana Pacchiotti. Ella es paranaense, tiene 58 años y se desempeña como árbitro de natación a nivel nacional e internacional. Adriana nos comenta cómo es su labor en esta profesión y las responsabilidades que tiene en ella.

 

«A partir de 2007 comencé a dedicarme full time al arbitraje, en ese año se fundó el Colegio de Árbitros de Deportes Acuáticos de Argentina (CADDARA), antes lo hacía en la Federación Entrerriana. A través del señor Jorge Aguado -presidente- e interactuando con gente que sabe mucho y vive en Buenos Aires, comenzamos a poner el marcha el Colegio, ellos nos enseñaron cómo aplicar las reglas y cómo trabajar en la pileta, hay que estudiar bastante».

Sobre sus inicios en este trabajo, ella enumeró las razones: «Primero porque me gusta el deporte, todos en general. Y la natación fue porque mis hijas nadaban cuando eran pequeñas, yo trabajaba en la Subcomisión con los demás papás. Necesitaban un representante del club en la Federación y ahí fui aprendiendo y escalando posiciones para trabajar de árbitro. En piletas soy árbitro nacional, en aguas abiertas soy internacional nombrada por la FINA».

 

La FINA es la Federación Internacional de Natación -tiene sede en Suiza-. La CADDA es la Confederación Argentina de Deportes Acuáticos, en ella están afiliadas las diferentes Federaciones de los deportes en agua del país. Y luego se encuentra la CADDARA, que es el Colegio de Árbitros de Deportes Acuáticos de la República Argentina, abarca a todos los árbitros de los deportes en agua de nuestro país. El arbitraje consiste en aplicar todas las reglas de nivel internacional para que cada deporte sea un juego limpio.

 

Para Adriana el arbitraje es su cable a tierra: «Es un descanso -aunque no parezca- de todo lo que trabajo en mi profesión particular (preceptora y empleada administrativa) que no tiene nada que ver con esto. Aprovecho la posibilidad de que me desginen para competencias de aguas abiertas en el exterior, la FINA nombra árbitros cada cuatro años, hace poco me nombraron por cuatro más; luego dejaré de ser árbitro FINA para pasar a ser Sudamericana -bajaré de categoría por la edad-. Luego tengo hasta los 70 para trabajar en pileta, quiero seguir en esto acompañando y disfrutando. Tanto para mí como para muchos de mis compañeros es un cable a tierra porque ya que de esto no se vive lo hacemos como hobby».

 

 

Respecto a la escasa o nula remuneración de su profesión como jueza, comenta: «No se vive de esto, en natación ninguno de los árbitros cobramos. Recién ahora la CADDA nos reconoce como Colegio, desde 2007. Hace 3 o 4 años que cobramos por torneos nacionales, pero son valores ínfimos, prácticamente sólo sirve para costear los viajes. Es un deporte que hay que pagarse uno mismo».

 

 

 

Una anécdota que recuerda es de una Hernandarias-Paraná, que debió suspenderse por mal tiempo. Ella tuvo un entredicho con el Gobierno de ese entonces, ya que no les gustó que la competencia no se efectúe, pero está prohibido que se realice con tormenta. «La cuestión de show y política se la dejo a los políticos. Si hoy tuviera que actuar en esas condiciones de nuevo, haría lo mismo», confiesa Adriana.

La jueza no dejó de agradecer a las personas que la introdujeron a este mundo del arbitraje: «Al que me dio el puntapié inicial, que fue Jorge Aguado -Presidente de la Federación Entrerriana-, y el que nos impulsó -a mí y a otros compañeros- a dejar de ser dirigentes y estar al lado de las piletas. Y después a mis compañeros en Buenos Aires que nos dieron el respaldo, a Carlos Percivale -un árbitro excelente-, a Norberto Vaccaro -Pte. del Colegio- que son los que nos impulsan a seguir trabajando».